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El debate y Don Luis

Martes 9 Abril 2024 (16:51)
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Maremágnum
Por Mario Vargas Suárez

Escuche a un especialista en comunicación política que el tema del debate dará material para que, por lo menos, durante dos semanas más se hagan análisis minuciosos y no dude será el preámbulo para el segundo evento organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE).

Pese a la época electoral, me parece que cabe esta historia de vida de un mexicano como muchos: hombres honrados, trabajadores, de buen corazón, que a muy temprana edad encontraron la afición a esa droga socialmente dañina al organismo, pero no se duda deja y dejará muchísimo dinero al mismo gobierno que ha permitido no solo su comercialización, sino el desarrollo publicitario para provocar la compra de ese veneno colectivo: El alcohol, que ha entrado a millones de hogares y no hay candidatos que hablen del tema.

Don Luis fue un hombre bien parecido, tez blanca, ojos verdes, delgado, estatura regular y aficionado a la práctica de dos deportes, el futbol y el béisbol. Ambos ¿disciplinas? también fueron contextos para alimentar la enfermedad del alcoholismo.

El protagonista fue obrero de la industria de candados y cerraduras, además de fundador de una fábrica alemana que se estableció en este país hacia la década de los sesentas y ya en los setentas se mudó a otro municipio donde encontró mayores incentivos fiscales.

Cinco vástagos don Luis y su esposa, tres varones y dos mujercitas que vivieron en una colonia proletaria y por su situación económicamente frágil, ella lavaba y planchaba ropa ajena. Además, con las ‘tandas’ iba a comprar carne y la revendía a las vecinas. Sabía inyectar y cobraba poco por cada ampolleta que ponía.

¿Cómo es que la esposa de don Luis lavaba ropa ajena si no tenía agua en su domicilio? La respuesta es simple porque las autoridades municipales construyeron lavaderos públicos y apenas cobraba una cuota mínima de recuperación. Así que la señora cargaba un ‘baño’ de lámina galvanizada que apoyaba en el ‘cuadril’ y otro recipiente del mismo material en la mano contraria y ¡A darle!

¿Cómo es que Planchaba la ropa ajena que lavaba si no tenía luz eléctrica? La señora también se daba su habilidad, pues tenía planchas de carbón que calentaba en su vieja estufa de petróleo con dos hormillas y de esa forma cumplía su cometido.

Don Luis trabajaba de lunes a sábado y al concluir la última jornada de la semana, emprendía la parranda con los amigos, de tal suerte que por lo menos dos de los hijos mayores tenían que ir a esperar a su papá porque de lo contrario no había gasto esa semana, pues porque en las parrandas se gastaba la raya.

Cansada dela situación, un día la esposa y madre salió de su casa en busca de un trabajo que pudiera sacarles de su preocupante situación económica familiar, hasta que sus pasos le llevaron a un hospital General y al preguntar por la bolsa de trabajo, le indicaron fuera a la oficina de la Jefa de Enfermeras y aparentemente sin hacerle caso la envío a un aula, donde finalmente se percató era un curso de Auxiliar de Enfermería.

Don Luis siguió con su trabajo en la fábrica y su afición al alcohol, por su parte la esposa ahora se desempeñaba como enfermera auxiliar, por lo que el mundo empezó a modificarse para la familia y el primer cambio fue la dieta, el vestido.

La desgracia fue que el mayor de los hijos falleció en la Cruz Roja de la CDMX, víctima de una dosis medicamentosa que le tuvo en coma por tres días. Su muerte fue un duro golpe a la familia, porque murió el 13 de julio y el 16 del mismo mes cumpliría la edad ciudadana.

Lo inédito es que el alcoholismo de don Luis por esos días estaba en recesión, por lo que, durante el funeral del hijo mayor, él lloró en silencio, a solas, vivió el dolor en la penumbra de la muerte que acechó por primera vez ese hogar.

Apenas dos semanas después de la muerte del hijo mayor, Don Luis apareció en la puerta de su casa casi cayéndose por lo alcoholizado, llorando a grito abierto el dolor del hijo que recién había partido, por lo que encerrándose en el pequeño cuarto de madera y lámina que les servía de cocina, lloraba desconsolado.

Don Luis murió a los 48 años de edad de alcoholismo, nunca entendió que era un enfermo social, permitida no solo en México, sino en el mundo y que no solo daña el organismo del paciente, sino que daña a la misma familia y a toda la comunidad.

En la elección más grande e importante de este México nuestro, no hay ningún candidato que proponga nada para empezar esta lucha contra el alcoholismo, por el contrario, ya hay drogas más poderosas que pareciera a la larga, las van a legalizar.

Si usted camina en la CDMX por la Av. Juárez, a la altura de los Juzgados Familiares de la capital del país, podrá percatarse de un fuerte olor a mariguana, que ahí cerca no solo se vende, sino que también puede adquirir ‘matas’ de Cannabis.

Y los candidatos al cargo que me diga no son capaces de un reclamo, por el temor de perder votos... ¿Debate?

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